Donde se nace y donde se pace

Cada uno viene al mundo donde le toca nacer, comenzamos nuestra andadura no sólo con la piel desnuda, sino también con el alma limpia, y es el camino el que va modelando a la persona; al principio uno es un niño o una niña, con suerte sano, y por el camino termina de hacerse una persona adulta con rasgos distintivos propios; lo que somos es el resultado de un cóctel complejo en el que se mezclan nuestra herencia genética y el entorno en el que hemos crecido con las huellas de nuestros actos, las cicatrices en nuestra piel y en nuestra alma, y la constante oposición a ser lo que otros hubieran querido que fuéramos y no hemos querido ser.

Las oportunidades de hacer reales las cualidades potenciales de cada cual, tienen mucho que ver con el lugar en el que se nace y donde se vive, no es lo mismo venir al mundo en Castilla y León, que en el Sáhel africano; no tienen las mismas posibilidades, ni siquiera de alcanzar la pubertad, los que vienen al mundo en alguna aldea de esa franja del corazón africano. Dicen que el buey no es de donde nace sino de donde pace, y nosotros tenemos suerte de pacer en una vieja tierra, cargada de cultura y tradiciones, situada en un país del primer mundo que provee a sus ciudadanos de todo tipo de servicios sociales y que se preocupa de proteger el camino de los más jóvenes para facilitar que alcancen sus metas sin más obstáculos que sus propias capacidades. Nuestros hijos tienen muchas posibilidades de ser lo que quieran y puedan ser, disfrutan de un entorno social que les proporciona un caldo de cultivo adecuado para que sus aspiraciones se vean satisfechas. Uno de los indicadores de la calidad de la tierra en la que vivimos lo proporciona la evaluación general de diagnóstico, realizada por el Ministerio de Educación para tomar la temperatura a la educación de nuestros jóvenes, cuyo avance se ha publicado recientemente, sus resultados confirman lo que otros estudios internacionales han venido mostrando, que Castilla y León es uno de los mejores lugares para que nuestros hijos se preparen académicamente, pero esto no hubiera sido posible sin la participación de todos, según reconoce abiertamente y con satisfacción el propio Consejero de Educación. Juan José Mateos valora con orgullo, antes que la labor de la Consejería, el mérito del profesorado que, con su trabajo cotidiano, promueve una educación de calidad, capaz de suplir con esfuerzo y dedicación las carencias que tiene el sistema, y también sabe que el mérito es compartido con una sociedad que transmite los valores heredados de innumerables generaciones anteriores, que constituyen nuestras señas de identidad como Comunidad. El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, lo expresó con sencillez y claridad en su último discurso, durante la entrega de los Premios Castilla y León 2009: “Castilla y León educa bien, y ello se debe sobre todo al esfuerzo de maestros y familias”. No hacen falta más matices, yo creo que tiene  razón. 
Estamos haciendo las cosas bien, mejor que otros, pero seguro que somos capaces de hacerlo aún mejor, y en eso tenemos una responsabilidad compartida entre todos los ciudadanos, porque generar y mantener el ambiente adecuado en el que cada niño nacido en esta tierra pueda alcanzar sus metas necesita del concurso de toda la sociedad, cada cual ha de responsabilizarse de mantener la parcela de pasto que le toque en beneficio de nuestro futuro común.
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