Basta yá...

Durante estos días, nos llegan las noticias y escalofriantes imagenes (eso sí a cuenta gotas, por la prohibición k existe hacia los medios) de la auténtica batalla campal a la k se enfrentan cientos de saharauis en las calles de El Aaiún, tras el desmantelamiento por la fuerza del campamento de protesta de Gdaim Izik, del k surgio una espiral de violencia brutal, k aún impiden hablar de cifras confirmadas.
El campamento de protesta saharaui se levantó hace más de tres semanas. En él convivían más de 20.000 saharauis en 7.500 jaimas luchando por sus reivindicaciones socioeconómicas. 
Estos enfrentamientos, además, coinciden con el previsto inicio de las negociaciones sobre el futuro del Sahara Occidental. (¿Valla casualidad no?)

Este tipo de conflicto dura ya más de 25 años cuando la antigua colonia española fue ocupada por Marruecos y Mauritania en la llamada Marcha Verde de 1975, en la k una treintena de jóvenes universitarios marroquíes de origen saharaui  fundaron al Polisario, acordaron asumir su propio destino.
De este modo, aprovecharon la celebración del Moussem de Tan-tan para manifestarse. Y dado que habían roto el equilibrio establecido desde hace una decena de años, la respuesta no se hizo esperar. El Caid dio sus órdenes para encarcelar a esos perturbadores de última hora; y como no había una cárcel propiamente dicha, se las tuvo que ingeniar para apiñarlos bajo un calor sofocante en un desván de unos diez metros cuadrados, hecho de barro, que tenía sólo una pequeña y estrecha puerta y no disponía de ventanas.
Nadie entre estos jóvenes podría olvidar la dureza de la vida y el coraje con que tuvieron que armarse en esa situación.
Al igual que sus padres y madres, sufrieron de una increíble, degradante, vejatoria e infrahumana miseria. En ese pueblucho no había ni calles asfaltadas, ni aceras, ni agua corriente, ni alcantarillado, ni electricidad, ni inversiones, y por supuesto, no había trabajo ni nada que nos moviese a decir que esa región formaba parte de la madre patria.
Esos notables, hijos de héroes y, a su vez, de gloriosos miembros del Ejército de Liberación Nacional, que vinieron para recoger el fruto de su victoria, se encontraron, de la noche a la mañana, metidos en unos desvanes, desprovistos de todo y durmiendo en el suelo, sin alfombras, ni esteras, bajo unos destartalados techos.
Sólo les era posible vivir de la Ayuda Mutua Nacional, gracias al reparto que se les hacía a cuenta gotas, de unos sacos de harina. Para colmo, la gente cuanto más se dedicaba a delatar al prójimo, mejor era vista e incluso respetada, y menos estaba expuesta al hambre. ¡Ya no importaba la dignidad!
En esta situación de absoluta miseria, estos valerosos guerreros, junto con sus descendientes, e incluso para otros, con sus antepasados, vegetaban desde que la operación ECOUVILLON les había tirado en ese callejón sin salida del éxodo.
Eran varios miles de personas los que acudieron en busca de la libertad, de la felicidad y de una vida digna en paz.
Desgraciadamente, no pudieron obtener nada de esto y, en ese mundo olvidado por todos, por los responsables locales y regionales, esta treintena de universitarios intentó hacerse oír y dejar al descubierto la mala situación social, económica, cultural y política en que se desenvolvía.
Tampoco cabía subestimar el desprecio y el odio que los responsables administrativos sentían para con esos jóvenes venidos de no se sabe qué planeta y que no se mostraban sometidos ni resignados, tal como lo fueron sus padres. Se les reprochaba el hecho de expresarse y de manifestar cierto objeción al dictamen del Caid.
Para acallar a estas “cabezas calientes”, no había nada mejor que darles una buena paliza, no de parte de cualquiera, y ni se te ocurra pensar en un gendarme o en un policía. No se merecen ese privilegio; más bien, habrá que suspenderles, encerrarles, privarles de comida, dejarles que se sofoquen y padezcan su martirio en espera de que una sección del Makhzen móvil, que se encuentra a más de doscientos kilómetros al norte (en Bouizakarne) pueda llegar, especialmente para torturarles, humillarles y obligarles a probar las quemaduras de las ardientes llamas del dolor del “indefenso”, pegándoles palizas por los más mediocres e inhumanos miembros de las fuerzas del orden.
Después de un conflicto de 16 años y la retirada de Mauritania, el Frente Polisario firmó un alto el fuego con Rabat en 1991 a cambio de la promesa de un referéndum de autodeterminación saharaui que, 19 años después, está aún pendiente de celebración.conversaciones.

El nuevo despertar del brutal conflicto k estos día se etá viviendo, ante la lamentación pero increible falta de contundencia de los Gobiernos, al no condenar el crimen que está cometiendo Marruecos contra el pueblo saharaui, sobre la situación en el Sahara Occidental, nuevamente todo keda pendiente y hace k el final cada vez se vea más y más lejano.
Personalmente me keda por decir Por favor !!! Basta Ya !!!
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